Siempre atesoré la esperanza de encontrármelo: un día mi némesis iba a aparecerse frente a mí para
rendir cuentas por todos los días en que
su cháchara me despertaba de culo, haciéndome odiar la profesión que lo cobija como a
un talibán en Massachussetts, sin más pretexto para ese odio que
su sola verba enredada y caradura. Imaginaba las posibles ocasiones no presentadas todavía que eran revividas una y otra vez en mi memoria, como un refucilo del pasado que podía ser rehecho y reconstruido a placer, según su último furcio, su más reciente frase inconexa o llena de verbos que ni
Manolito se animaría a conjugar juntos.
Imaginaba escenarios con público, sin público. Enfrente de una cámara de televisión. Hasta he sido lo suficientemente humilde en mi insignificancia mediática para sostener la posibilidad de un cruce vía email.
Pero no. Hoy me crucé con Marcelo Bonelli en la calle y no le dije nada.
hay que tristeza...
ResponderBorrary no sintió nada? ni remordimiento, ni nada?
si es asi, me alegro, si es del otro modo: agarre la almohada y péguele péguele!!!!
un beso a los dos
(tengo sorpresas, paso la noticia x mail)
NOTICIAS!!
ResponderBorrarSisisisi, noticias, pero que no las dé Bonelli. Please!
(vio cómo no soy la única...)
Una vez le dije a mi mamá, hace unos años, "Ma, ese hombre no sabe hablar!"
ResponderBorrarReconozco que no tengo una gran dicción, pero repito lo que ya he mencionado en varios lados (incluido mi blog) Denle un café cargado a la mañana a ese tipo, a ver si se despierta, madre de Dios!!!!
ResponderBorrardenle un bife!
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