Hace treinta y pico de años, cuando llegaba marzo por fin, era feliz; llegaba el día que venía añorando desde el final de clases y que ahora me ahogaba de expectativas; el día de vuelta a clases.
Ansioso, me levantaba temprano tratando de hacer al mismo tiempo todo lo que había dejado para último momento por la desconfianza materna a mi grafopatía consumidora de stocks, que negaba un acceso más temprano aduciendo ruinas económicas terribles.
Terminada la larga faena de preparación quedaba lo mejor del día. No, no era que me gustara tanto la escuela; en realidad me gustaba bastante poco. Mi alegría se llenaba de imágenes: anteojos de marco grueso, mejillas arreboladas, dientes perfectos, risa fácil, y un pelo castaño que brillaría al sol al hacer fila en el patio. Caminaría doblada por el peso de una valija de cuero negro que estaría como siempre llena hasta reventar. Contestaría a las consignas docentes con sabiduría, gracia y salero y haría que odiara mi palurdismo sofocado de lecturas inconvenientes y desesperadas, tan vergonzante como una prenda llena de remiendos en una baile de gala.
Aprendí con aquella muchachita, una mujer en ciernes, a admirar; y desde entonces supe que no iba a amar de otra manera. Hubo decepciones e incluso traicioné lo aprendido, creyéndome capaz de saltearme el requisito, para ponerlo a prueba.
Porque incluso me rebelé a eso, a admirar.
Qué iluso.
Ah! Esos recuerdos de adolescencia!
ResponderBorrarClaro que yo concurrìa a un colegio de varones, y no tenìa ese estìmulo.
Pero recuerdos tengo.
"....y tù, quizàs, en otros brazos, florecida,/no tengas ya, recuerdos de otros hombres,/pero, desde este infierno, de pasiòn perdida,/yo te recuerdo. Sin rostro. Sin nombre."
Veinte años màs tarde, para mi pesar, me enterè que la habìan internado en un hospital psiquiatrico. Pobre Laura.
Y vos? supiste algo de ella?
saludos
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ResponderBorrarYo tengo un recuerdo parecido. Y, también, se transformó en condición sine qua non, que le dicen.
ResponderBorrarAyyyyy qué chuuuuchiiiiisssss somos.
Èse anonimo es un yanquee garca.
ResponderBorrarBueno, dale che!!
Contà que pasò!!
(no me digàs que te casaste con ella, porque entonces sabrè que tu jermu te lee el blog)
esas boludeces de spam me tienen las bolas llenas y es la principal razon para bloggear sin subscribirse al comentario y andar por ahi con los favoritos y la memoria, muy bueno señor gebiet.
ResponderBorrarGaucho: Sí y no. Sé algo por Facebook, pero no sé si me quiero enterar de más. Dolina ya nos previno. Sí, mi mujer me lee el blog, Gaucho, con mucho cariño y condescendencia. El de ella es mejor lectura, obvio.
ResponderBorrarEn 6º grado mi viejo (en plena dictadura) debió "desaparecer" de motu propio antes de que lo promovieran a dicho estado de prepo y nos fuimos al interior. No la vi nunca más y se volvió un recuerdo grato, como debe ser.
MaríaCé: ah, claro, pero usted seguro que no se rebeló contra lo que era inevitable, eh. Yo más que chuchi soy un boludo importante.
Leandro: vamos a poner la moderación.
Gracias a todos por comentar.
Otra vez gracias? Pagate un Gancia, che!!!
ResponderBorrarA mí me pasó como al Gaucho en el primario, era un colegio de varones.
ResponderBorrarYa en el secundario, pasé al paraíso... Como era una "Escuela Normal" (de ésas en las que luego siguen el magisterio) había una relación de 7 a 1 (cantidades de mujeres vs. cantidades de hombres, respectivamente).
Pero era como un delantero al que le tiraban varias pelotas a la vez, en posición de gol todas, no sabía a cuál correr primero...
¡Salud!
;) Rapote
no pongas moderacion, en una de esas te ganas la u.k. lotery
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