La frase no entra en mi código moral contiene una crítica certera sobre la moral del otro, porque la moral pareciera ser siempre algo a lo que se accede a los saltitos y en puntas de pie de tan alto que está (excepto cuando es baja o decadente, claro).
Dije "si se quiere" y pienso que se necesita voluntad para querer imaginar lo que otro hizo y uno no haría: hay quien no quiere ponerse en el lugar del otro; especular es (muy) peligroso para su moral. Se mira y se juzga desde el costadito del Universo que tocó vivir, tan único y especial, imposible de abandonar por un rato.
A favor de los que no se toman el trabajo, como dije al principio: entender algunas actitudes aún haciendo el esfuerzo puede ser imposible y pretender entender a todo el mundo es impracticable.
Existe una confusión primordial entre querer entender y pretender entender a los demás: las intenciones. Tener una moral alta y exigente necesita de un cuerpo de intenciones definido previamente. Por supuesto, una intención sirve sólo como tal, antes de la acción y como marco especulativo; el compromiso ante un decisión putativa es aplicable a lo que aún no sucede y, desde la honestidad, debería ser aplicable sólo a uno mismo. Sin embargo, oh injusticia, generalmente se usan para especular sobre lo que le pasa a otro. De ahí que no sólo no tomamos el lugar de otra persona, ni pensamos en sus circunstancias, sino que le aplicamos nuestro propio código moral, el mismo que soslayamos cuando nos toca a nosotros bailar con la más fea.
El camino al infierno está lleno de buenas intenciones.
Es que es mas fàcil juzgar al otro, que mostrar algo de empatìa.
ResponderBorrarA mì, no me pasa.
Siempre tengo razòn!!
saludos