10 noviembre 2008

Opinate un cacho que ya vengo.

Si hay algo de este tiempo moderno que nos debiera extrañar más que las computadoras, Pagofácil o el microondas es la compulsion de nuestra sociedad por el "opine ya".
A pesar de la escasez de información -o del exceso de ella- y las repetidas situaciones en las que hemos metido la pata por apurados, opinamos como si fuéramos compelidos a dar una "primera impresión" de todo.
Pero la primera impresión suele ser la única impresión, porque nadie se va a andar recibiendo de químico para saber cuán fácil o difícil es conseguir, procesar o siquiera saber para qué diantres sirve la bendita efedrina.

Los medios son la peor muestra de ello: cualquier pescado opina, desde serios columnistas políticos hasta frívolos panelistas de reality pasando por conductores de magazines mañaneros. La fórmula es fácil: "Yo no se de X, pero opino Y".
Hecha la salvedad que inhabilita para opinar, se opina. Veamos:
  • "Yo no sé mucho del colisionador de hadrones, pero creo que es una muestra de soberbia eso de creerse Dios"
  • "Yo no sé nada de arte, pero este León Ferrari se pasa de la raya. Eso no es arte".
  • "Yo no sé qué pasará por la cabeza de Maradona, ni qué pueda hacer en la Selección, pero me parece que ponerlo de DT es una decisión apresurada de Grondona".
  • "Yo no sé en qué estaba pensando el actor Fulano cuando dijo eso. Seguro estaba turbado por la pauperización del periodismo y sus trabajadores, quienes días más tarde lo iba a destrozar en cuanto medio necesitara llenar horas con chismes faranduleros para no hablar de los despidos por la crisis" (mezclando una fantasía de predicción de autocumplimiento, el reclamo gremial y una dura crítica a la línea editorial. Este periodista sería un genio, je).
Cuanto más controversial y más diplomas hagan falta para tener una opinión sobre una cuestión, más se usa la fórmula. Pero se exagera incluso más cuando es imposible obtener un dato sin ser lector de mentes, o un chanta cararrota. En otras ocasiones es tan evidente la imposibilidad de obtener la información necesaria para emitir el juicio, que para no ponerse en evidencia se omite la prevención: "Boca sufre de vértigo cada vez que pisa el área". Seh, ahora sos psicólogo deportólogo mentalista y sociólogo, aparte de caradura.

En en el caso de periodistas algo más serios, se citan fuentes incontrastables, "muy cercanas y confiables", como si ellas fueran las que le dan credibilidad a la cosa: hay que avisarles que es al revés, se les descree a las fuentes porque se descree de ellos, después de tantos faroles.
"El Gobierno intentará, según fuentes confiables, devaluar la moneda para sostener los ingresos por exportaciones". No es más que una opinión, agarrada de un dato disponible para cualquiera con el agravante que muchas veces son mandados a decir por línea editorial o por un sobre deslizado en un bolsillo. La credibilidad se sustenta con aciertos, no con borrar con el codo.

El punto más alto de este fenómeno son los manuales de autoayuda. Un tipo que no nos conoce nos da consejos, generalmente usando falacias ad populus, ad verecundiam o directamente ad baculus. A veces sólo porque es famoso: por ejemplo Ari Paluch y "El Combustible Espiritual"; que no leí, pero que debe ser una porquería.

Seamos realistas. ¿Por qué pasa esto? Tampoco sé mucho de periodismo, pero supongo que los jefes de estos peloduros, en vez de mandarlos a hacer predicciones sobre la trifecta de Palermo, donde la estadística a la larga los escracharía, se alaban a sí mismos por tener en el staff a tipos como Fernando Bravo, Alejandro Fantino o Elio Rosi, a quienes creen capaces de representar a Doña Rosa, Carlos el Tachero o Felipe el Portero, por sólo mencionar los estereotipos del opinólogo amateur. En realidad, lo único que hacen es repetir el fenómeno (hablar sin saber) y sentar las bases de la opinión pública. Porque si a alguien escuchan estos estereotipos, es a estos tipos (uff, quedó cacofónico, ¿no?).
Es un fenómeno que se retroalimenta:

Nosotros tampoco somos ángeles, hacemos lo mismo: por ejemplo, suele ocurrir que nos pregunten "¿No te pareció agradable Fulanito?", siendo "Fulanito" un tipo que acabamos de conocer en una reunión con otras catorce personas y con quien no hablamos, en total, más de veinticinco palabras. Uno debiera sustraerse, pedir tiempo, suspender el juicio por datos insuficientes, pero contestamos.
Condicionados a levantar pulgares o a bajarlos de manera imperativa, con suerte intentaremos no herir susceptibilidades, sobre todo si hay relación entre Fulanito y esa persona que pregunta (aunque la mayoría de las veces ni haga falta que nos pregunten: "Fulanito me cayó soberbio, un insoportable que se cree que sabe de todo, incluso cómo son los demás sin conocerlos"), pero nunca seremos capaces de decir "no sé".

¿Es tan difícil decir "no sé"? Es un tópico común el "nadie nació sabiendo", que "cuanto más habla el necio calla el sabio" y esas cosas que decían esos señaladores que nos regalaban en nuestra adolescencia. ¿No es hasta prudente? Digo, ¿no es más fácil reservar el juicio para cuando se corra menos riesgos de parecer un pelotudo que habla porque es gratis? No, parece que no.

Yo no sé mucho de la naturaleza humana, pero me parece que no hay salvación.

------------------------------------------------------------------

(Nota: la fórmula "No sé de X, pero Y" lleva una coma que puede interpretarse como una larga pausa, casi como puntos suspensivos -que detesto usar- así que debe leerse "No sé de astronomía... pero me parece que ese asteroide está demasiado cerca ¡Está demasiado cerca! No, en serio digo, miren por el telescopio. ¡Está demasiado cerca!").

13 comentarios:

  1. Yo no lei el post, pero no creo que sea asi como usted dice. :P Si, es una cosa de locos, como de un dia para el otro pasamos de no saber bada a ser expertos sobre efedrina, operarios de bolsa, y bueno, DT, siempre fuimos.

    ResponderBorrar
  2. No hay salvación, eso está claro.

    Ahora, disiento en algo: es cierto eso de que uno no debería dar opinión de alguien a cualquier imbécil que lo pregunte, pero muchas veces –las más– veinticinco palabras son más que suficientes para saber con qué clase de persona se está hablando y, por qué no, dar una impresión (personalísima, pero siempre es así) de qué clase de persona es. Aunque tal vez con distintas intenciones u otro tono, usté mismo lo ha dicho: la primera impresión suele ser la única impresión.

    ResponderBorrar
  3. Que verdad hay en esto Fender. Hace poco lo escuchaba a Fantino... si el mismo se vino a Ushuaia a dictar charlas acerca de lo bueno que es el deporte y sus ventajas... sin palabras.

    ¡Saludos!

    ResponderBorrar
  4. No sé...
    (Cuánto le debo?).

    Abrazo, Friender!.

    ResponderBorrar
  5. Yo no leí tooodo el post (algo así como nicolás), pero me parece que es demasiado para algo tan fácil como opinar! ¡ud piensa demasiado, Fender!
    Se me salteó o NO LO MENCIONÓ A OBAMA! ¡CÓMO NO DIJO NADA DE OBAMA!!!!el tema del momento! Todos opinan de eso. ¡cómo ud no opina de eso????

    Bueno, por mi parte suelo hacerlo, sí, pero Ud es testigo que también le digo con naturalidad: "de ésto no sé nada" (por el evento del miércoles).
    Y parece que decir eso tiene que darme vergüenza (siento una voz que me dice: debería darte vergüenza!)

    Ya le dije: estoy en contra de la opinión, como fenómeno. Aunque yo también caiga en eso. Es como que uno diga: "a mí no me gusta la mentira", pero quién no mintió alguna vez?

    Lo que no me cabe en el cerebro (¿será que es chiquito?) es cómo pueden existir y ser vistos los programas de chimentos. No, no hay caso. Ah! y la variedad de noticieros!!!

    Bueno, después de semejante extensión de coment me llamo a silencio, que es sano.

    ResponderBorrar
  6. Bueno, pero opinar no está mal.
    Que alguien no sepa de un tema no invalida su opinión, justamente porque es opinión, no certeza.
    Esta opinión será, tal vez, poco fiable, inútil, absurda, incongruente, etc, pero opinar está bien.
    ¿Cómo sabemos, si no, cuando alguien está capacitado para opinar o no? ¿Hay una lista? ¿Un registro?

    Y distingamos periodismo de otras cosas. Opinión es opinión, no información ni nada más.
    Hablar sin saber es absurdo, pero también está bien. Insisto con la lista ¿Cuánto tengo que saber para poder opinar? ¿Suficiente? ¿Un poco? ¿Una bocha? ¿Quién mide?

    El "no sé" es ideal, pero para cuando te preguntan algo, para que respondas con hechos, no con opiniones. El saber y la opinión son cosas distintas, y no necesariamente ligadas.


    Al fin y al cabo: ¿lo que hacemos todos nosotros en estos blogs, no es, depsués de todo, opinar? ¿Cuánto sabemos? ¿Estamos autorizados?


    Saludos,
    S.

    ResponderBorrar
  7. Nico: Pero esos son distintos. Los que dicen saber de algo tienen derecho a opinar, supongo. Después, que se hagan cargo.

    Donnie: casos extremos vederes, Sancho. Pero la mayoría de la gente es fiel al convenio de comportamiento social: no se come los mocos en público y no dice que el Nobel a Asis es una omisión imperdonable a los gritos y resoplando.

    Profe: yo puedo dar esa conferencia, si el deporte es bárbaro, eso lo sabe cualquiera.

    SSS: 11 pesos.

    Blanc: no sé nada de Obama, pero lo único que espero es QUE SEA el Méndez del país del Norte. Yo veo a Casella, aunque no lo soporte. Si lo llegara a tener cerca le pegaría o algo así.

    Sub.: claro que no está mal, reservándose la posibilidad, con más datos, de cambiar de opinión. "De esto no sé un pito, pero en cuanto sepa lo suficiente, capaz que pienso otra cosa", es una buena fórmula.
    Claro, usted reduce al absurdo la cosa y no tiene sentido, pero sabe a qué me refiero ¡Si va a hablar de lo que no sabe, hágase cargo! El ejemplo fue el colisionador, del que la mayoría habló sin saber qué era un átomo.
    La opinión es un pasó más allá del saber, es una sonda hacia tierra desconocida, pero ¿hasta qué distancia de nuestra ignorancia estamos capacitados para lanzarla?
    Y disiento con usted, no hay forma de informar sin opinar. Ni siquiera la historia es posible sin opinión: nunca conocemos todos los datos. Quedaría reducida a un libro de Astolfi.
    Pero como digo, la credibilidad se logra con -por lo menos- pegarle en el palo, no mandarla a la tribuna, como suele hacerse.
    Opinemos, pero tengamos datos, con eso alcanza.

    Gracias a todos por comentar.

    ResponderBorrar
  8. Y(1)... opinar, lo que se dice opinar, puede opinar cualquiera, el asunto esta en que a alguien le interese esa opinión. Hay millones de blogs. Todos repletos de opiniones, probablemente la mayoría sin fundamento, pero yo sólo conozco unos pocos, de esos pocos leo algunos y de esos algunos, coincido o no con las opiniones que contienen.
    Pero el caso de un programa de TV, que no tiene la misma audiencia que The Happiest Corpse (2)
    creo que debería haber algo de responsabilidad social del Productor General y convocar a gente con conocimientos en el tema del que se va a hablar. Ya sé que es cándido por mi parte, pero, por una única vez, :P, coincido parcialmente con usté.


    Notas:
    (1) los puntos suspensivos son para molestarlo, porsupollo
    (2) ¿cuánto le debo por el Chivo?

    ResponderBorrar
  9. "...por ejemplo Ari Paluch y "El Combustible Espiritual"; que no leí, pero que debe ser una porquería..."

    ¿Esto es ironía? hoy ando con el detector apagado. ¿O le salió del alma?

    ResponderBorrar
  10. Yo soy una enorme partidaria del "no sé". Creo que ahí reside todo el meollo del post...
    De a poco, nosotros mismos y todos los demás nos vamos olvidando que existe esa opción, incluso nos reímos si alguien suelta con retintín: "aaaaayyyy, de eso sho no entiendo/sé naaaaaada". Nos permitimos sonreír benévolamente, con condescendencia por la honestidad (a veces innecesaria) de ese tipo de comentarios y etiquetamos de inmediato: "Personita limitada". Eso sí, después despotricamos si esa misma personita, acicateada para dar su opinión, larga una sarta de boludeces que la dejan en evidencia en su cortedad.
    En fin, no sé si se entiende lo que quiero decir, pero al menos entendí lo que quiso decir usted, que no es poco.

    ResponderBorrar
  11. me parece que la cuestión fundamental de la opinión viene de la malo de la formulación de una inquietud o de un pedido.
    La opinión que no "molesta" si no entiendo mal, es la que se pide. Seguro, habrá muchos que dirán cualquier idiotez supina con tal de no reconocer que saben qué opinar, pero ya se sabe, cuando uno pide una opinión, abre el juego y tiene que bancarse más o menos la que venga.
    La opinión que más aborrezco es la que no se pide. La de el humano metido que opina por opinar y que no se banca una respuesta bien danesa del estilo: "y a vos quién carajo te preguntó" o "menefrega con dulce de batata lo que estás diciendo"
    No sé. Yo soy ortiba. A veces, prefiero callarme la boca y parecer lo que soy -una porquería de persona- que opinar sobre algo que no me preguntan.
    Bah, no sé. Vos qué opinás, Fen?

    ResponderBorrar
  12. Fod: Lo que pasa es que existe la creencia (quizá más fundamentada en nuestra propia reacción posterior) de que la opinión es inverificable, inocua para el opinante, y de efectos nulos para su credibilidad en caso de fallido.
    Sí, como dice Sub., uno puede opinar y le asiste el derecho, pero es poco honesto intelectualmente, por lo menos, no reconocer el farol si falla groseramente. Porque la opinión es una predicción basada en algún soporte previo, tan sólido o blando como uno prefiera.
    Con 100 estamos hechos.

    María: Sí, y hubo otro par por ahí. Enciéndalo.

    Cass: Abusar de los "no sé" también puede ser diagnosticado como abulia.

    Von: barrunto que se refiere a los metidos en la vida ajena, que se la pasan calificando cual jurado de Tinelli. Bueno, esa gente es así, usa la "herramienta opinión" para seguir sus fines, incomprensibles casi siempre. Hace unos años me enseñaron a diferenciar a los chismosos de los metidos en que, casi siempre, los primeros nunca opinan porque ponen las opiniones en el "aderezo" a las cosas que dicen otros. Pero son la misma calaña.

    Gracias a todos por comentar.

    ResponderBorrar
  13. En mi caso, yo recargo todo el peso de mis opiniones en mi instinto cuando me falta información, y me hago muy cargo de eso. Nunca me costó decir "y qué se yo,para mí que tal cosa" y exponerme a la rechifla general.
    Cumplo así con mi deseo de expresarme, y dejo sentado mi desconocimiento aparente del asunto.
    No me molesta que se mofen, pero peor es el que opina sin saber y se toma en serio eso que dijo : ese es un reverendo p....tudo.
    Ya pueden reírse.

    ResponderBorrar

La única condición es dar la cara. Identificarse es ser buena gente. Anónimos dependen de su viveza y don de gentes.
Perdón el capcha, pero el spam golpea fuerte estos días.