Ahora está de moda decirse punk. Toda una generación que anda alrededor de la treintena hace gala de punkez. Hay hasta escritores punks, o que escriben sobre punks (y que cada tanto nos aclaran que hacen esto o aquello porque eso es punk).
Hemos discutido mucho sobre el punk. Si está vivo, si es una estética (nunca entendí cómo puede serlo), una forma de vida, una filosofía de vida (como la de cualquier tachero, pero con más onda), si se puede acceder a una parte del punk o hay que ser Sid Vicious. Ya que lo traemos a cuento, si vale la pena ser punk pasados los veinte.
Un tipo que se pasa haciendo escalas en la guitarra seis horas por día no es punk. Su vida tiene un sentido. Lo mismo un escritor que se pasa varias horas al día garabateando. O sea: esforzarse no es punk. Por eso los skaters no son punks.
Escuchar Los Ramones, The Clash o Sex Pistols no es punk. Tampoco Me First and the Gimme Gimmes, Yeah Yeah Yeah's o NOFX. Yo los escucho, y no soy punk.
Como acá digo lo que se me canta, yo les voy a definir qué es el punk: una maldición de la que uno, en algún momento, se desembaraza o muere. Obviamente, tiene una estética: hazlo tu mismo, como te salga. Generalmente mal, porque para ser punk hay que estar desesperado. Desorientado. Desperdiciado. Que nada te importe. El punk es eso que pasa un rato antes de que te juegues la vida por nada. O te juegues la vida de otro por menos todavía.
Claro que se puede ser punk, hoy. Pero no hay forma de serlo sin irse por ese camino que pocos recorren completo, que se trunca rápido y que al llegar no tiene final feliz.
No sé, si tengo que hacer una comparanda, ser punk hoy tiene más que ver con los pibes chorros, con la vida simiesca de los grupos villeros, la música del arrebato y el paco. Cada día está más heavy ser punk. Dee Dee Ramone hoy viviría en una villa de La Matanza, sería peruano, puto y vendería un poco para pagarse un chongo.
Sin embargo, no sé por qué, algunos oficinistas devenidos en artistas andan reivindicándose como punks. Lo son ahora mismito, mientras toman su submarino en La Giralda o lo fueron hace un par de agachadas. Para ellos el punk es romanticismo moderno, la gesta urbana de los proletarios soterrados por las obligaciones y un país escaso de oportunidades. Todos tienen berretines: actores, escritores, dramaturgos, músicos, titiriteros.
A veces me resulta embarazoso explicárselos: no son punks, nunca lo fueron. Me suelen maltratar porque yo soy menos punk que nadie, qué puedo saber yo, me dicen.
No, es verdad, no sé demasiado qué es ser punk. El desperdicio, la desesperación y la despreocupación me vinieron en edades distintas; la única vez que pensé que no la contaba y me jugaba por nada tenía puesto un traje; cuando me jugué la vida de otro casi me muero del infarto. No paso seis horas por día con la guitarra (se me nota), pero tampoco mi vida carece de sentido. En todo caso, mi vida nunca fue hacer nada por mucho tiempo, pero tampoco no hacer nada.
No es divertido.
Hemos discutido mucho sobre el punk. Si está vivo, si es una estética (nunca entendí cómo puede serlo), una forma de vida, una filosofía de vida (como la de cualquier tachero, pero con más onda), si se puede acceder a una parte del punk o hay que ser Sid Vicious. Ya que lo traemos a cuento, si vale la pena ser punk pasados los veinte.
Un tipo que se pasa haciendo escalas en la guitarra seis horas por día no es punk. Su vida tiene un sentido. Lo mismo un escritor que se pasa varias horas al día garabateando. O sea: esforzarse no es punk. Por eso los skaters no son punks.
Escuchar Los Ramones, The Clash o Sex Pistols no es punk. Tampoco Me First and the Gimme Gimmes, Yeah Yeah Yeah's o NOFX. Yo los escucho, y no soy punk.
Como acá digo lo que se me canta, yo les voy a definir qué es el punk: una maldición de la que uno, en algún momento, se desembaraza o muere. Obviamente, tiene una estética: hazlo tu mismo, como te salga. Generalmente mal, porque para ser punk hay que estar desesperado. Desorientado. Desperdiciado. Que nada te importe. El punk es eso que pasa un rato antes de que te juegues la vida por nada. O te juegues la vida de otro por menos todavía.
Claro que se puede ser punk, hoy. Pero no hay forma de serlo sin irse por ese camino que pocos recorren completo, que se trunca rápido y que al llegar no tiene final feliz.
No sé, si tengo que hacer una comparanda, ser punk hoy tiene más que ver con los pibes chorros, con la vida simiesca de los grupos villeros, la música del arrebato y el paco. Cada día está más heavy ser punk. Dee Dee Ramone hoy viviría en una villa de La Matanza, sería peruano, puto y vendería un poco para pagarse un chongo.
Sin embargo, no sé por qué, algunos oficinistas devenidos en artistas andan reivindicándose como punks. Lo son ahora mismito, mientras toman su submarino en La Giralda o lo fueron hace un par de agachadas. Para ellos el punk es romanticismo moderno, la gesta urbana de los proletarios soterrados por las obligaciones y un país escaso de oportunidades. Todos tienen berretines: actores, escritores, dramaturgos, músicos, titiriteros.
A veces me resulta embarazoso explicárselos: no son punks, nunca lo fueron. Me suelen maltratar porque yo soy menos punk que nadie, qué puedo saber yo, me dicen.
No, es verdad, no sé demasiado qué es ser punk. El desperdicio, la desesperación y la despreocupación me vinieron en edades distintas; la única vez que pensé que no la contaba y me jugaba por nada tenía puesto un traje; cuando me jugué la vida de otro casi me muero del infarto. No paso seis horas por día con la guitarra (se me nota), pero tampoco mi vida carece de sentido. En todo caso, mi vida nunca fue hacer nada por mucho tiempo, pero tampoco no hacer nada.
No es divertido.
Encima, el cuero está caro.
ResponderBorrar(cara de asombro)
ResponderBorrarno sé por qué ésto me remite a una charla no correspondida que haya tenido ud con alguien
Amén. Nadie es punk, porque ser punk es un camino corto y sin retorno.
ResponderBorrarLa gente que se ama demasiado no es punk.
La gente que tiene alguna esperanza no es punk.
La gente que cree en cosas y no está desesperada no es punk.
El punk, a su retorcido modo, es un movimiento dignísimo y puro, que no admite dobleces.
Qué buen post, Fender, te pasaste.
Ser abuelo no es punk
ResponderBorrar;)
Como diría la srta Cassandra, esto SI es educativo. Yo que pensaba que ser punk solo era cuestión de delineador negro y pelos en cresta :O
ResponderBorrarBesooo
Si el punk me chupa un huevo, soy punk hacia el punk?
ResponderBorrarel Pank... engorda.... la paciencia
ResponderBorrarJaja, yo hace años que soy punk y no me visto como uno, no se, el escuchar la musica creo que basta para ser algo, no me gusta esteriotipizarme en una tribu.
ResponderBorrarOrlando.
Qué buena pregunta, Nico...
ResponderBorrarA Fodor: Ser abuelo(s) es BIZARRE!
yo soy casi emo, así que mucho no puedo decir o me van a llover piñas.
He visto algunos de esos "artistas" que se dicen punks.
ResponderBorrarCalambre, dan.
Saludos.
ni idea que es ser punk.. pero nunca creí en etiquetas... yo soy tantas cosas juntas, me gustan tantas cosas que no podría definirme con una sola palabra... bueno si, pero boluda no creo que venga al caso....
ResponderBorrarFender, a lo mejor odiás esto, pero te acabo de colgar una medalla en mi blog, acercate, plis.
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