Empiezo este texto dejando constancia de que, a pesar de lo que voy a decir, tengo algunos amigos médicos. Hasta tengo un cuñado, pero mucho no cuenta en el promedio porque por la salud de las reuniones de los domingos me guardo estas opiniones para otros ámbitos.
Ámbitos como éste.
También quiero dejar en claro que, a pesar de lo que pueda inferirse, siento admiración por algunos médicos. Y casi todo lo que me distancia de su profesión lo aprendí de ellos, paradójicamente.
Bueno, la verdad es que les desconfío a los médicos, en general. No hay originalidad en ello porque hasta parece una condición necesaria de mi ascendiente tano el renegar de los cuidados médicos. Viene en los genes, dirá usted. Quizá mi aversión a los hospitales y similares tenga que ver con eso, no lo discuto.
Pero la cuestión relevante es que les desconfío más allá de las historias que se cuentan sobre ellos, de los lugares comunes (eso de enterrar los errores, por ejemplo) y casi sin tener en cuenta mi experiencia previa. Más bien, la experiencia relevada ha sido posterior y casi siempre ha sustentado mi recelo.
Mi primera impresión, cuando era un niño, fue que el médico vive de la industria de la enfermedad. No, no es que ese simplismo sirva para justificar todo, pero era un buen comienzo. Si recuerdo los programas de mi niñez, las insoportables siestas de Ana María, Doña Petrona y compañía, en las que se invitaba a algunos médicos para que sacudieran la sábana de algún fantasma infeccioso e hicieran ¡buuh!. Estaba también "El Arte de la Enfermedad Infantil", con Mario Socolinsky y su peluquín, en el cual numerosos especialistas mostraban sus cualidades de médico brujo conjurando algún padecimiento espantoso, esta vez en infantes.
Hasta los noticieros aggiornados contaban con la asesoría interesada y batidora de parche de matasanos advirtiendo sobre la peste rosa, el herpes, la influenza, tos convulsa, polio, diabetes y cáncer. Yo me tapaba los oídos (no había forma de que mi vieja, hipocondríaca como es, me dejara cambiar de canal -tampoco tenía mucho sentido, porque seguro en otra sintonía lo que iba a encontrar era lo mismo dicho por otro "especialista en asustar con generalidades acerca de la enfermedad"-) y cantaba Calling Doctor Love, Doctor Robert o Rock and Roll Doctor.
Después, cuando aspiraba a perito mercantil, me asaltó una duda más -obvio- mercantil: ¿qué haría un médico ante una epidemia de buena salud?. Supongamos que se lleva a cabo un ataque frontal a la enfermedad y en un operativo de pinzas se la destierra al pasado, como pasó con la viruela. ¿Qué harían los médicos? Es lógico pensar que nunca va a derrotarse a la enfermedad mientra haya enfermos. El menos interesado en un mundo sin éstos es el médico. Como los abogados que ven un conflicto legal en cuanta disputa de medianera se presente, un médico sin trabajo se dedica a ver graves padecimientos en un simple catarro. Ordenará estudios, fruncirá el ceño, pedirá nuevos estudios. Y ante la curación sumará otro poroto del agradecido paciente. Otro paso más cerca de la eminencia.
Cuando la enfermedad sea real y consistente, el médico usará la experiencia de otros médicos y se limitará a hacer el mismo papel que siempre: más larga la enfermedad, más réditos para él. Hará cálculos estadísticos, evitará revisar la historía clínica del paciente (¿quién confía en la sanata que figura ahí? ¿Qué médico acepta el diagnóstico previo de otro, los análisis que pidió? Si eso es para la gilada. A ver si este tarado no está enfermo de verdad..., se dice el médico precavido.)
Llegado el momento, se hará cargo de los compromisos con visitadores médicos y recetará lo último en márketing farmacéutico. Dejará constancia de la gravedad de todo con el valor excesivo de los remedios (cuya monodroga cuestan el 15%, pero que no recomienda porque nunca se sabe qué hace cada laboratorio, como si la industria farmacéutica mainstream tuviera un compromiso ético mayor, jejeje).
Hay veces que se exigirá la presencia de un tipo realmente hábil, porque hay enfermedades jodidas de verdad, es obvio. Bueno, ahí entrarán en juego los médicos difíciles. Éstos viven de la desesperación de otros médicos que no pueden hacer lo que ellos sí. Es decir: uno nunca llega a ellos de primera (salvo en las emergencias, pero esa es otra industria, más parecida a la de los cerrajeros y estamos hablando de plomeros). Se pasa por media docena antes. Asustado y con el alma en un puño, uno pone la propia vida o la de los seres queridos en las manos de uno que -por fin- sabe (y lo demuestra cobrando fortunas). Sin embargo, ése que sabe lo único que hace es jugar con las probabilidades:
- la primera, la del error humano de su propio equipo, no siempre bien pago porque como se la quiere llevar toda solo trabaja con tipos baratos, de pésima reputación, escondida en la suya;
- la preparación del lugar que elige para realizar sus artes, a veces con dudosos antecedentes de higiene y funcionalidad pero amigables con sus ambiciones de no repartirla;
- su propia fatiga (el dinero es directamente proporcional a la cantidad de pacientes vistos, no importan los honorarios -o sea, no es que un médico que cobra mucho más que otro vea menos pacientes-);
- su habilidad en el exacto momento de elegir qué hacer, dónde cortar, qué cantidad de droga, etc.; y
- la maldita incapacidad de los malditos pacientes de mierda a reaccionar igual ante idénticos tratamientos.
Luchar contra estas cosas es difícil y no siempre uno tiene la posibilidad de hacerlo. Siempre la presión es sobre el familiar, como si el enfermo fuera de piedra. Sobre todo si éste ya está en cama y no puede hinchar demasiado a la obra social o a la prepaga por una resonancia, una tomografía o una especialidad más.
La experiencia -de la que hablaba- es coherente: he visto médicos especialistas entongados con los jefes de las terapias intensivas e intermedias vendiendo tratamientos y estudios inútiles o riesgosos, jugando con la desesperación de la familia. Me han tocado especialistas que sólo tienen una placa en la puerta del consultorio aunque carecen de la habilidad fáctica que va más allá de recetar algunos remedios y que, ante la menor complicación, derivan (con un vamo' y vamo'). Enfermeros (que apenas si tienen el oficio) que hacen punciones toráxicas porque el señor cirujano está en la consulta (en realidad, el doctor no sabe hacerla porque ¡siempre la hizo el enfermero!). He caído en manos de médicos de renombre que atendían más de sesenta pacientes por día, sobre todo pediatras y médicos clínicos con consulta propia o en clínicas de nombre propio.
Después discutiremos si la medicina estatal es peor, la privada es garantía de mejor atención o lo que quiera -quien esto lee-, para eso están los comentarios.
Mientras, los dejo un rato. Tengo que ir a hacerme ver este bultito que me salió en el brazo...
Lamentablemente podría escribir un libro, en mi blog en el post "Medidas Extremas" describo "un botón" de muestra.
ResponderBorrarPero hay de todo.
Ayer hablábamos con mi colega que lo único que diferencia la medicina privada de la estatal, es que si vas a la Suizo o simil, sabés que te atienden, pero no tenés garantía del diagnóstico que te puedan dar: podés salir sin vesícula cuando ibas por asma...
Y cuando vas a un hospital, no tenés garantía de que te atiendan: te podés morir ahí nomás, esperando (y no es metáfora). Puede suceder también, más frecuentemente que en la medicina privada, que el médico "le pegue" en el diagnóstico, por eso de que tienen personal en general más idóneo, sin ningún medio, claro.
Todo lo que opino, avalado por testimonios.
Es una profesión admirable, lástima lo que han hecho con ella.
que manera de generalizar, Don Fender! ( doña blanc también)
ResponderBorrarLa medicina no sólo es alópata, no sólo es occidental, no sólo es clinica o general.....
Y no sólo es un negocio. También ( y a veces, por sobre todo lo demás) es una vocación de servicio.
Y una más por la defensa de la medicina: no es el negocio de la enfermedad, sino de la salud.
Ta bien, es una de mis vocaciones. A la que le he huído sólo por falta de disciplina tradicional..pero no por falta de gusto.
Qué tanada Fender! En los últimos 6 años me ha tocado tratar con la fauna médica más variopinta. Hay mucha verdad en lo que escribís aunque también es cierto que en medio de ese berenjenal encontramos también verdaderos apasionados de su profesión, buena gente, que nos han atendido a las 2 de la mañana, pelearon por drogas que nosotros no conseguíamos, hicieron de psicólogos, nos levantaron el ánimo y también nos cagaron a pedos cuando hizo falta. Todo esto último no figuraba en ninguna factura y mirá que sé de lo que te hablo porque no teníamos obra social. Pero bueno, cada uno habla desde su experiencia. Yo me quedo con la admiración por aquellos que hicieron las cosas bien, de los otros (que los hubo, claro!) me guardo solo las muestras gratis, hasta que venzan.
ResponderBorrarPerdoná Fender...pero...
ResponderBorrarla puta que te parió, Fender!
Mañana tengo que ir al médico! Ahora donde diga "tendinitis" "artroscopía" o "lupus" le pego. O salgo corriendo. O le pego y salgo corriendo. Bah, no mucho, me duele la rodilla y la espalda. Y tengo mareos. Alguien dijo punción lumbar???
Es tan asi, que da terror, vergüenza ajena, dolor, e indiganción.
ResponderBorrarEn clinica privada de primer nivel nace uno de nuestros hijos muy bien de salud, el unico por cesarea, fallece a los 6 dias por Streptococo y el contagio se lo "endosan" a mi esposa cunado era una infeccion intrahospitalaria.
Mi esposa tratada durante varios años por cancer de mama por oncologo prestigioso... comete error de no haber hecho el adecuado seguimiento de imagenes ,,, y metastasis generalizada.Fallecio hace poco.
No hay manera de hacerles juicio, porque son temas "discutibles" segun escuela de USA, europea, australiana, etc, y te hacen un cotrajuicio que tenes que vender hasta los amigos del barrio.
Ademas ningun medico atestigua en contra de otro, entre bomberos no se pisan la manguera.
Bueno yo me planto en la otra vereda, porque mis viejos son medicos, y entonces nunca tuve que fumarme la burocracia medica, y jamas les tuve miedo. Tambien me ha tocado soportar (viviendo en un lugar chico) que todos los putos pacientes tuvieran el telefono de casa y llamaran a casa a cualquier hora, dia, y hasta aparecieran por mi casa, pidiendo un turno, consultando algo, o mangueando nuevas recetas.Asi como tambien vi a mi vieja intentando a ayudar a alguien que no da ni cinco de pelota (es cardiologa) para que despues venga la familia a apurarla y putearla porque el muerto ya es finado.
ResponderBorrarSi concuerdo que esta lleno de medicos soberbios inoperantes (estos especialmente se le peagn a mi novia: hasta un resfrio, se lo diagonostican mal) corruptos y con otros vicios, que son igual de encontrables en un monton de otras profesiones, pero en el fondo lo entiendo, a mi me causan la misma impresion los psicologos.
a mí también me gusta la medicina, y sé que no es sólo occidental, alopática, etc...
ResponderBorrary aclaré que es una profesión admirable.
De lo que hablo, y lo que me parece que expone Fender (no sé, es lo que interpreté) es del estado general de la medicina social en nuestro país.
No hay todavía reglamentación operativa para que en los hospitales (donde se atiende la inmensa mayoría de la población, cuando se atiende, claro) se pueda implementar medicina no-alopática, de hecho a mi madrina, médica clínica, gerontóloga, pediatra, que ha trabajado en villas, hospitales, que enaltece la profesión, que es médica de alma, y atiende gratis a medio mundo (de los conocidos, vecinos, amigos de amigos, etc) la echaron del PAMI haciendole un sumario como si fuera loca, por implementar aromaterapia y otras medicinas alternativas. Le ganó el juicio al estado, después de varios años, pero ella era una de los pocos médicos que "laburaban" en vez de ser ñoquis. Y la echan a ella! Yo hablo de eso, no del arte de curar ejercido por seres humanos, el cual no desprecio para nada. Y de los casos como ·mi nombre sabe a hierba·, terribles si uno se pone un instante en su lugar, conozco muchos. Tengo background (registro) propio y ajeno. Creo que son cosas que hay que decirlas, porque parecemos vacas que van al matadero. Y LA SOBERBIA DEL MEDICO SE DEBE TERMINAR. Los mejores profesionales que conocí eran gente con determinación, sí, pero también con humildad.
Gracias a todos por dejar sus opiniones. No me canso de admirar que, entre tanta boludez que abunda en internet, éste sea un rincón que frecuente tanta gente inteligente.
ResponderBorrarSeguro hay alguna confusión, pero dichosa sea.
Tengo que decir que mis experiencias en, por ejemplo, el Hospital de Niños de Catamarca son todas excelentes. Sólo he encontrado profesionales idóneos, más el plus de buenas personas.
ResponderBorrarAl contrario, del mejor sanatorio de dicha provincia, y a pesar de ser amigo de la familia dueña del mismo, tengo la peor opinión.
La historia es larga, y la voy a poner abajo, aparte. El que quiera leerla la lee, el que no, que me crea, nomás.
Con respecto a lo de "medicina alopática", yo hablo de "ciencia médica". Bastantes chantas hay en la medicina como para agregarle los chantas que ni siquiera pueden probar sus artes. No reniego de la ciencia médica, reniego de los médicos, en su mayoría. Patch Adams -y algunos médicos que conozco- me dan la razón.
Una de mis peores experiencias fue la enfermedad terminal de mi viejo. Repodrido por un cáncer de pulmón y a punto de hacer metástasis, todavía insistían en querer tratarlo de una enfermedad coronaria, sin diagnóstico de cáncer. Estaba en la unidad coronaria de cuidados intensivos (después me enteré que se hacían los boludos y le negaban el "pase" a Oncología por cuestiones de "territorio"). Miraban las tomografías ¡y veían problemas del corazón!. Yo preguntaba qué era esa mancha negra ahí, y me decían que era normal. Una noche un "neumonólogo" del sanatorio propuso investigar "la manchita" (que ya tenía el tamaño de un pomelo grande) con una sonda, a instancias del cirujano Jefe de Cardiología. Fui a contarle a mi viejo y me dijo "¡Pero si son los dos pelotudos que me pincharon tres veces esta mañana para sacarme el líquido del pulmón y no pudieron! ¡NI EN PEDO!".
Yo insistía con la posibilidad de cáncer y ellos me llenaban la vista de electros y tests de fatiga ¡Y mi viejo se estaba ahogando!. La anterior punción la había hecho un enfermero veterano (también después me enteré que todas esas cosas son hechas por el mismo enfermero, porque al médico jamás le salían bien, auxilio por el cual cobraba un plus). El "neumonólogo" no era tal, era un piscuí que apenas había leído un par de libros, apenas un clínico con quiosquito en neumonología y que se había comprado el kit de laparoscopía hacía poco.
Cuando ya no había casi posibilidad de traslado, lo hicimos de prepo, por consejo de un médico amigo (familiar de los dueños del sanatorio). Los médicos nos querían hacer firmar descargas de responsabilidad porque "no recomendaban" el traslado.
Hice una nota y les dije que yo firmaba la de ellos si ellos firmaban la mía (en la que decía exactamente qué había pasado, dejando constancia que se me negaba la copia de la historia clínica detallada -sólo me querían dar "un informe").
Ufff... largo. Lo peor de todo es que perdimos un tiempo vital para mejorarle la sobrevida a mi viejo. Al médico hijo de puta una vez me lo encontré en una playa de estacionamiento y, entre la duda de matarlo ahí mismo o no hacer nada, no hice nada. Ese hijo de puta es muy afortunado, como suele ocurrirles a los hijos de puta.
Todo esto ocurrió en la mejor clínica de Catamarca, de la cual conozco hasta a los mismos dueños y soy amigo personal de la familia (como se infiere de lo dicho arriba). De ahí que conozca la trastienda de todo el quilombo.
En Córdoba, en una clínica gremial, un practicante hizo una punción de urgencia y puso una válvula de drenaje en menos de media hora. Mi viejo llegó azul de asfixia, a pesar de recibir oxígeno constante. El trato allí fue magnífico, la pelearon día a día junto con nosotros. Un cirujano del grupo de Favaloro, uno de los mejores de Argentina, me llevó a la vereda y me dijo toda la verdad, palabra por palabra. Me dijo qué pasaba, qué iba a pasar y qué se podía hacer para intentar mejorar la situación. Y me dijo que él no haría más que eso, si fuera su padre; que iban a tratar de convencerme de extirpar el tumor. Y fue así: la única vez que nos habló el médico capo de la clínica, entre sus vahos de vino (tenía pinta de alcohólico con diploma), fue para tratar de "vendernos" la operación, aunque "ya sabía que la Obra Social no la iba a aprobar, porque son unos hijos de puta". Que él tenía experiencia en oncología y que sabía que mejoraba las probabilidades de manera radical y que ya había ordenado sin cargo "una interconsulta".
Llegaron, oportunamente, dos médicos (uno de los cuales era el que me llevó a la vereda, que me hizo una seña imperceptible, como diciendo "qué te dije?"). Ellos explicaron qué era lo que podía hacerse, los riesgos (en realidad, no había tantos riesgos quirúrgicos), pero nadie decía nada de curación, mejora en la expectativa o calidad de vida.
El médico jefe me mostró un artículo -en inglés- bastante técnico en el que me aseguraba que había habido remisión después de una operación similar en una cantidad X de casos. Extorsión emocional, en definitiva.
Mi vieja, que ya estaba averiguando por Crotoxina y había pedido ayuda a "médicos no alopáticos" (que dicho sea de paso, vinieron, cobraron y jamás aparecieron de nuevo, je, porque serán chantas pero no boludos), estaba de acuerdo en, incluso, vender la casa, un órgano suyo -o mío- o pedirle préstamo a un usurero.
Por la noche, otra médica había quedado con la consigna de terminar de convencerme, pero mientras se fumaba un cigarrillo, me dijo que la operación era un "paseo por el quirófano más caro de Córdoba".
Blanc: Coincido totalmente: "Y LA SOBERBIA DEL MEDICO SE DEBE TERMINAR. Los mejores profesionales que conocí eran gente con determinación, sí, pero también con humildad."
ResponderBorrarFender: Lo tuyo como lo entiendo, lo vivi con mi padre ahce años en Bariloche...tan similar ¿causalidades?
REorde de un amigo mio, de jovencitos, lo atropeyo un auto en Barrancas de Belgrano,lo llevaron al Sanarorio Sagrad Familia, en es epoca de Matera, y se desngraba en la puerta y si no se pagaba deposito no entraba, con el hermano recorriendo el barrio y amigos para tener ese dinero...en 9 dias no salia de coma, discutian entre el neurologo y el neurocirujano quien lo iba a atender...aparecio el medico clinico de la familia,..se lo llevo de ahii..a su clinca por el centr....y le hizo un ENEMA...en 9 dias no le hicieron mover el vientre!!! al rato recupero la conciencia...
yo después de lo que escribió Fender no quise comentar, por respeto, ahora que pasó un día te digo: sí, lo leí todo, pero no me dio decir nada. Sólo eso.
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