23 septiembre 2008

País tropical

Terminó el invierno y llega el tiempo de la patota de las flores con sus sonrisas de spot de pegamento para dentaduras postizas. Para ellos, será obligatorio estar enamorados, admirar el rebrote del verde vegetal, empezar una dieta, iniciar el dorado en las plazas; haciéndolo sobre todo en comunicación con los demás, en alta voz, a los gritos, para que el disfrute pueda verificarse según los grados de su vehemencia. La alegría debe contagiarse, como la lepra, el paludismo o la enfermedad zombie.

Para ellos, para los alegres estivales, vuelve la actividad, interrumpida por el maldito frío, como si esto fuera Siberia y no una ciudad subtropical al costado de un río que -con mas de veinte grados- la vuelve un sauna al aire libre, pegajosa e intranspirable de tan húmeda. Con ese ímpetu obstinado y negador, esos sonrientes adoradores del sol claman su solaz por el calor, el vaho pestilente en los transportes urbanos, la alergia y las noches cortas. Ojalá Satán tenga un lugar especialmente caliente en el infierno para ellos.

Algunos intentarán justificar los seis meses de insoportables padeceres con esos míseros quince días de vacaciones que les tocarán en estas fechas, olvidándose que este es un país en el cual lo peor ocurre en verano, cuando la gilada está más distraída que mirando a Tinelli, remojándose las patas en Marpla y Carlos Paz. Nada les importa a los adoradores de la canícula: estalló el verano ¡y que todo se vaya al carajo!.

Con la pantallita de Crónica llegan los programas de televisión del verano desde los únicos lugares a los cuales el lumpenaje nacional considera dignos de ir a apretujarse, los informes sobre el clima en "la costa" o "las sierras" cada cinco minutos, las ediciones de revistas de actualidad poniendo culos fotoyopeados como si ponderar trastes fuera la única cosa importante aparte de dónde veranea quién, y toda la demás milonga veraniega. Y como cereza de la torta, llegan las fiestas: ese canto al amor familiar puesto por decreto de necesidad y urgencia por vaya a saber qué sádico hijoderemilputas, que nos obliga a no estar en la mayoría de los lugares donde quisiéramos y a estar donde no.

Recién empieza la primavera y ya estoy harto del verano.

7 comentarios:

  1. Mis respetos Fender; primera visita y hago mi primer comentario —aunque leí desde "El camino de los traviesos" hasta aqui— sólo para decir que me gustó mucho todo lo que leí —comentarios incluidos— y que coincido contigo en lo que entiendo es una declaración de preferencia por el clima frío o por un clima ¡vamos! que no sea el de ese "verano infernal" que nos toca "disfrutar" cada año. Saludos.

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  2. ¡pero qué amargo!!!

    jajajajajjajaja

    bueno fuera de joda: yo odio el calor. Pero me parece que tampoco es para ser tan reaccionario con la gente del otro bando!

    je je je
    lo de los culos: ya le sacó bastante rédito la revista Barcelona,que haciéndose eco del fenómeno "los culos del verano" en cada titulo ponía algo sobre los culos, se acuerda? (y sobre los duendes...son como dos clásicos en la Barcelona)

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  4. ¡Yo también quisiera conocer al hijoderemilputas que instauró las "Fiestas del Orto"...

    Querés estar allá pero estás acá. Calculás que luego, mas tarde -muy tarde- podrás ir de todas formas allá. Pero resulta que no, porque por alguna extraña razón concluís por ir a "acuyá"...

    Y la pasás con Mengano y Perengano cuando en realidad querías pasarla con Sutano y Mengueche, que nunca te perdonarán -y reclamarán hasta el otro año- la afrenta.

    Y al año próximo todo será igual. O peor...

    ¡Encima el calorrrrrr! Y las comidas pesadas, herencia de nuestras raíces europeas que no nos permiten -en realidad nosotros no cortamos ni pinchamos en la elección del menú, sólo ponemos la plata- recapacitar que en verano no se pueden comer ésas cosas...

    Ni hablar del recuerdo inevitable "de los que no están..."

    ¿No se podrán saltear las "Fiestas" che?

    Saludos,
    Rapote

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  5. Definitivamente, estimado, coincido con usted. Como ya dije el año pasado, el verano es-un-es-pan-toh.

    Le recomiendo que cuando apriete el calor se vaya a pasar unos meses a Suiza.
    Si el presupuesto está ajustado, la opción B es encerrarse en una cámara frigorífica con varias docenas de botellas de alcohol, como hago yo todos los años. Estás usted invitado siempre y cuando traiga con usted una botellita de vodka.
    O dos.

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  6. Yo puedo prenderme a las vacaciones en la cámara frigorífica de Rodolfo??
    Vamos, déle. Diga que sí!

    Tormento y dolor!!! a todos aquellos que celebren esta apestosa calorosidad venidera.

    Odio el verano.

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  7. Profe: gracias por la lectura, y estoy muy orgulloso de quienes me comentan.

    Blanc//: ¡Al enemigo, ni agua! Sobre todo si les dio sed tomando sol en la plaza.

    Rapote: Amén. Somos cada vez más los que padecemos estas cosas. Ojalá no seamos también los que las fomentamos.

    Rodolfo: Con usted, con perdón, no me encierro en ningún lugar. Ni con vodka ni nada, qué diantres.

    Cass: Ya dije que yo no me encierro. Usted haga como quiera.

    Gracias por sus comentarios.

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