A pesar de que revisto -ilusamente- como hombre joven, técnicamente soy un hombre de mediana edad. En realidad, después de que te ponen el sustantivo inequívoco "hombre" y el "joven" se adjetiviza, es todo la misma mierda: estás viejo. Pero no voy a llorar por eso, no.
Tampoco voy a decir que estoy de vuelta o que nada puede asombrarme. Al contrario, tengo plena conciencia de todas las cosas que todavía no sé y las que no he experimentado, pero en ciertos temas vengo decidiendo cada vez más seguido: "basta de esto".
De todas las cosas que podría enumerar, cosas que uno se harta de escuchar, ver y experimentar con los demás, voy a pasar (en realidad, dejarlas para otro momento, malditas cucarachas, no se salvarán de mi furia). Siendo un tipo medianamente autoconsciente, mi primera obligación es para con mis propias debilidades (y no, tampoco haré una lista minuciosa de ellas).
Después de numerosas situaciones en las que fallé, no estuve a la altura, renuncié por razones valederas o totalmente pueriles (lo que es peor) y un larguísimo etcétera, aprendí a conocerme un poco más. Siempre fui algo exigente conmigo mismo, como prevención ante el ridículo o la decepción de otros, lo que en realidad terminó animándome a pocos, actos insensatos, pero pude coleccionar una cantidad notable de fracasos sin problemas.
A esta altura del viaje, hacer esa autocrítica es la que me permite reconocerme como olmo. Y desde entonces me cuelgo un cartel que dice: "Olmo". Ya no quiero que los demás me pidan peras, ni ver la decepción en sus ojos cuando no obtienen peras. Hay cosas que no haré, aunque quien me lo pida o lo necesite sea la persona que más ame en el mundo, o que la recompensa sea millonaria o lo que sea. No tiene sentido hacerle perder el tiempo a los demás animándolos a creer que uno puede con todo. Yo no puedo, y desde entonces he podido hacer mucho más de lo que hacía cuando todos creíamos que yo era normal.
Quien me pida peras sabrá que cumplir con sus expectativas me volverá otra cosa (porque haré hasta lo imposible por cumplir), algo que quizá después deteste, esa persona y yo. Mejor, que me pida lo que puedo hacer, y -cada tanto y sin demasiada premeditación-, quizá la sorprenda. Algunos creen que esto es comodidad. Sí, claro.
El camino empezó una noche, en el invierno de mi desesperación, cuando aprendí a pedirme perdón.
Tampoco voy a decir que estoy de vuelta o que nada puede asombrarme. Al contrario, tengo plena conciencia de todas las cosas que todavía no sé y las que no he experimentado, pero en ciertos temas vengo decidiendo cada vez más seguido: "basta de esto".
De todas las cosas que podría enumerar, cosas que uno se harta de escuchar, ver y experimentar con los demás, voy a pasar (en realidad, dejarlas para otro momento, malditas cucarachas, no se salvarán de mi furia). Siendo un tipo medianamente autoconsciente, mi primera obligación es para con mis propias debilidades (y no, tampoco haré una lista minuciosa de ellas).
Después de numerosas situaciones en las que fallé, no estuve a la altura, renuncié por razones valederas o totalmente pueriles (lo que es peor) y un larguísimo etcétera, aprendí a conocerme un poco más. Siempre fui algo exigente conmigo mismo, como prevención ante el ridículo o la decepción de otros, lo que en realidad terminó animándome a pocos, actos insensatos, pero pude coleccionar una cantidad notable de fracasos sin problemas.
A esta altura del viaje, hacer esa autocrítica es la que me permite reconocerme como olmo. Y desde entonces me cuelgo un cartel que dice: "Olmo". Ya no quiero que los demás me pidan peras, ni ver la decepción en sus ojos cuando no obtienen peras. Hay cosas que no haré, aunque quien me lo pida o lo necesite sea la persona que más ame en el mundo, o que la recompensa sea millonaria o lo que sea. No tiene sentido hacerle perder el tiempo a los demás animándolos a creer que uno puede con todo. Yo no puedo, y desde entonces he podido hacer mucho más de lo que hacía cuando todos creíamos que yo era normal.
Quien me pida peras sabrá que cumplir con sus expectativas me volverá otra cosa (porque haré hasta lo imposible por cumplir), algo que quizá después deteste, esa persona y yo. Mejor, que me pida lo que puedo hacer, y -cada tanto y sin demasiada premeditación-, quizá la sorprenda. Algunos creen que esto es comodidad. Sí, claro.
El camino empezó una noche, en el invierno de mi desesperación, cuando aprendí a pedirme perdón.
A mi me pasa al reves, tengo que tirar peras por la cabeza, para que no me consideren un olmo.
ResponderBorrarno sos vos, esos fracasos percibidos se deben a que el mercantilismo burgués ha estetizado y vulgarizado la vida hasta desgastarla!
ResponderBorraren el totalitarismo hay un lugar y una utilidad para todos!!
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(identificación: mi nombre es Alejandro Vázquez, en los blogs me hago conocer la mayoría de las veces como Tormentas, vivo en la ciudad de México, soy filósofo de profesión)
Me jodiste la vida, negro!. yo creía que era normal y ahora que por vos me entero que los normales pueden con todo, resulta que viví toda la vida preso de un vil engaño.
ResponderBorrar(mejor me voy a llorar a algún rincón oscuro donde nadie pueda verme...)
Bueno, gracias a usted ya se que escribir en este cartelito que tengo entre las manos.
ResponderBorrarNunca es comodidad, es tratarse un poco mejor. Me parece que sus palabras no pudieron llegar en mejor momento.
Gracias (no se por qué, quizás por decir eso que yo no sabía cómo)
Besos
es agotador que te pidan peras toda la vida, y para peor siendo olmo dar peras....hasta que te das cuenta, que no podías darlas, ni te correspondía darlas y ni siquiera las tenías.un abrazo
ResponderBorrarLos que suelen creer en este tipo de gestos como parte de una estructura cómoda, son los primeros en bajar los brazos y cansarse de la vida. También suelen cantar "pri" a la hora de pedir peras, así que no sé cuán calificada es su opinión al respecto :-)
ResponderBorrarAdmiro su capacidad para pegar volantazos, más o menos a tiempo. Como bien sabe, suelen pasárseme los trenes; aunque últimamente un poco menos.
Gracias.
Nicolás: Ya te vas a cansar. Vas a ver, eh.
ResponderBorrarHitlercito: Bienvenido. El totalitarismo siempre le encuentra utilidad a uno, es verdad. Pero prefiero la libertad de mis fracasos, debo decir. Hitlercito debe relajarse (me lo dijo Napoleón, que conmigo habla bastante).
SSS: No quiero hacerte sentir mal, pero te ve Dios, eh.
Calíope: Me alegra (también me asusta) que mis existencialismos baratos cobren valor en alguien más. Pero supongo que la trama humana tiene una urdimbre para todos nosotros, no somos TAN distintos, ¿no?
MSNH: bueno, yo siempre me la apañé para pretender que puedo darlas. Es una negociación entre las necesidades propias y las ajenas. Siempre hay mejores formas de negociar que prometer. La culpa fue casi siempre mía, eh.
Gracias a todos por comentar.
vos no me espiarás las sesiones de terapia, no? la próxima vez voy a requisar el consultorio en busca de micrófonos! vas a ver!
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