Recién, mientras preparaba mi mate dominical matutino (ése que tanto disfruto, el culo apoyado en la mesada; la secreta alegría ególatra que me da cuanto está bien cebado, con espumita y a la temperatura justa), pensaba en este post. Es un post doble, pero cada parte está tan conectada, que no pude separarlas. Paciencia.
Desde que descubrí a las mujeres como objeto de deseo tuve un extraño problema con acercarme a ellas del mismo modo que otro muchacho normal.
Alguien, en mis años adolescentes, tomando en cuenta mi morosidad y mi bajo índice de novias, le dijo a una amiga en común que yo "era un lenteja".
Voy a explayarme:
Cuando caí en la cuenta que existía algo así como un rito para "declararse" (de "largarse", como decíamos), mi incapacidad para soportar ciertas formas y usos impuestos provocó mi rechazo absoluto.
Por desobedecer estas normas las cosas se demoraban y no iban a la velocidad que deseaban las escasas pretendientas que tenía. Entonces o se iban en busca de otro más conservador y expeditivo -creo que la gran mayoría; y si fue así, mejor para ellas y para mí-, o favorecían (como lo hacía yo) ese momento en el que una mirada, un beso o una caricia desencadenaran todo.
Aparte, tengo una especie de despiste soberano. Debo reconocer que no me suelo dar cuenta si alguien me tira onda. Y eso me pasó con mayor asiduidad a medida que me hice hombre.
Y he sabido decir que no, cuando iba a hacer doler, o cuando no estaba convencido, casi siempre (ese "casi"...).
Y para terminar el explayamiento, creo haber dicho por ahí que más me gusta una mujer, más retraído y cauteloso me pongo. Si hay algo que me sobra, es palurdez.
Ahora las cosas no cambiaron mucho. Esas mujeres que me presentan o me conocen por algún fortuito episodio, aparte de ir a buscar otros brazos más rápidos, suelen convertirse en amigas, compinches, conocidas. Si entran en confianza me dicen "vos me gustabas, boludo", provocando un atónito gesto de ojos abiertos como plato, porque seguro no me dí cuenta.
Mi sentido de la amistad es tan amplio que es raro que alguien que me muestre algo de simpatía no entre en mi sufrido universo de amigos. Y ahí están muchas de mis defraudadas admiradoras.
Y acá entra el verdadero motivo de este post.
Entre mis amigos, conocidos y adherentes hay remiseros, artistas, cadetes, gerentes de empresa, periodistas, funcionarios, cantantes, profesores de inglés y hasta un basurero auténtico.
Mujeres, hombres, negros, blancos, héteros, homos, de todo.
"Un yerbatal", como me dijo alguien.
Entre ellos, un policía.
Ése que hace un rato, en un antro de mala muerte y entre sonrisas condescendientes, esperó a que terminara de bailar un vals de Strauss con el que pretendían echarnos a las 6.00 a.m..
Pasó que un rato antes dejé de oir a Tom Waits en mi cabeza y me digné ser, como casi siempre, causa y promotor del desconche al bailar AC/DC y Strauss en continuado, mientras el resto del palurdaje se prendía, y el "straight world" salía al exterior ordenadamente, mirándonos con curiosidad y desconfianza.
Tomando los últimos mates me doy cuenta, como tantas veces, porqué soy como soy, y porqué me gusta ser así y no de otra manera.
Ah, sí, sobre eso no hablé. (Ya se me acabó el agua...)
Anoche le dije no a alguien de la mejor manera posible. Y estaba tan contento, que armé ese famoso desconche.
Hay mañanas de domingo en que no seré la estrella más brillante, pero estoy cerca.
Desde que descubrí a las mujeres como objeto de deseo tuve un extraño problema con acercarme a ellas del mismo modo que otro muchacho normal.
Alguien, en mis años adolescentes, tomando en cuenta mi morosidad y mi bajo índice de novias, le dijo a una amiga en común que yo "era un lenteja".
Voy a explayarme:
Cuando caí en la cuenta que existía algo así como un rito para "declararse" (de "largarse", como decíamos), mi incapacidad para soportar ciertas formas y usos impuestos provocó mi rechazo absoluto.
Por desobedecer estas normas las cosas se demoraban y no iban a la velocidad que deseaban las escasas pretendientas que tenía. Entonces o se iban en busca de otro más conservador y expeditivo -creo que la gran mayoría; y si fue así, mejor para ellas y para mí-, o favorecían (como lo hacía yo) ese momento en el que una mirada, un beso o una caricia desencadenaran todo.
Aparte, tengo una especie de despiste soberano. Debo reconocer que no me suelo dar cuenta si alguien me tira onda. Y eso me pasó con mayor asiduidad a medida que me hice hombre.
Y he sabido decir que no, cuando iba a hacer doler, o cuando no estaba convencido, casi siempre (ese "casi"...).
Y para terminar el explayamiento, creo haber dicho por ahí que más me gusta una mujer, más retraído y cauteloso me pongo. Si hay algo que me sobra, es palurdez.
Ahora las cosas no cambiaron mucho. Esas mujeres que me presentan o me conocen por algún fortuito episodio, aparte de ir a buscar otros brazos más rápidos, suelen convertirse en amigas, compinches, conocidas. Si entran en confianza me dicen "vos me gustabas, boludo", provocando un atónito gesto de ojos abiertos como plato, porque seguro no me dí cuenta.
Mi sentido de la amistad es tan amplio que es raro que alguien que me muestre algo de simpatía no entre en mi sufrido universo de amigos. Y ahí están muchas de mis defraudadas admiradoras.
Y acá entra el verdadero motivo de este post.
Entre mis amigos, conocidos y adherentes hay remiseros, artistas, cadetes, gerentes de empresa, periodistas, funcionarios, cantantes, profesores de inglés y hasta un basurero auténtico.
Mujeres, hombres, negros, blancos, héteros, homos, de todo.
"Un yerbatal", como me dijo alguien.
Entre ellos, un policía.
Ése que hace un rato, en un antro de mala muerte y entre sonrisas condescendientes, esperó a que terminara de bailar un vals de Strauss con el que pretendían echarnos a las 6.00 a.m..
Pasó que un rato antes dejé de oir a Tom Waits en mi cabeza y me digné ser, como casi siempre, causa y promotor del desconche al bailar AC/DC y Strauss en continuado, mientras el resto del palurdaje se prendía, y el "straight world" salía al exterior ordenadamente, mirándonos con curiosidad y desconfianza.
Tomando los últimos mates me doy cuenta, como tantas veces, porqué soy como soy, y porqué me gusta ser así y no de otra manera.
Ah, sí, sobre eso no hablé. (Ya se me acabó el agua...)
Anoche le dije no a alguien de la mejor manera posible. Y estaba tan contento, que armé ese famoso desconche.
Hay mañanas de domingo en que no seré la estrella más brillante, pero estoy cerca.
Fendercito, me perdí... entre los mates espumosos, sus lentos pasos, sus amistades y ese "no"... reitero, me perdí.
ResponderBorrarO sea que la idea central es que entre sus exquisitos (por lo que describe) mates y el no, lo hacen sentirse de puta madre... afiebrado de glam puro. Aaaaaah... si no es eso estoy en el horno.
Le mando un chupón enooooome mi Fendercito bonito.
Insisto... la gente cambia... y como cambia!
ResponderBorrarTu hija mela y rehinchabolas
Dw
Había escrito un comentario interesantisimo, pero a don Blogger no se le dio la gana de publicarlo, asi que, aquí lo que recuerdo de él.
ResponderBorrarDecía:
A- Yo tampoco me doy cuenta, che. A mi me tienen que venir con un cartel de neon, darme un coquito en la cabeza y decirme: che, nena, qué más querés que te diga para que te des cuenta!
Tengo la sensación que eso de darse cuenta de que te tiran onda vine de la mano de cierta lectura de la entrelínea que a mi nunca me salió bien. Asi que, yo opino que cuánto más literal y clarito, mejor. Si estamos de acuerdo, vemos qué hacemos.
B- Por un pasado de mocosa encaradora, me volví una mujer prudente. Hago un balance costo-beneficio antes de aceptar alguna clase de roce con el caballero en cuestión. Supongo que porque con la edad, uno se conoce más a fondo y sabe hasta dónde le da el cuero y la paciencia y el remordimiento.
(cada tanto se me escapa la tortuga ninja y se me cae algun encare pero por suerte, cada vez son menos las ocasiones. Gracia a Dio)
C- a veces, decirle que no a alguien estimula y sienta bien. ]Sobretodo si uno dice que no con la convicción de que está ahorrando (a uno mismo y al otro en cuestión) un trago amargo, una desilusión o la mismisima nada.
Prometo que voy a empezar a hacer los comentarios más cortos. Lo prometo.
Qué suerte, Fender, qué suerte. Sentirse casi la estrella más brillante un domingo, es envidiable.
Salú.
Ud. es la estrella más brillante del domingo, de eso, le ruego no tenga dudas.
ResponderBorrarPoner ese no en el lugar que le pertenece te (nos) da cierta chispa, cierta energía de saber que más adelante no nos vamos a arrepentir. Ese gustito dulce de no haber cedido al y que pasaría si cuando desde siempre supimos que eso que sucedería no sería otra cosa que un desastre de la magnitud de una inundación.
Bailemos AC/DC y Strauss uno detras del otro, ponele una cumbiancha si querés también... y salgamos con los zapatos en la mano a comprar una docenita de facturas para tomar unos buenos mates con el culo en la mesada.
buena vida!
Tengo que reconocer, Fender, que muchas veces leyendote me siento identificado con vos, aunque solo en lo que concierne a las mujeres y la timidez. En todo lo demas soy exactamente lo contrario.
ResponderBorrarDebido a que nunca me prestaron demasiada atención, es que las veces en que "dormi" (no de dormir, sino de "dormir") con alguna "admiradora" no fueron demasiadas, pero si las suficientes como para que cada tanto me acuerde y me lamente por no haber sabido interpretar las demasiado indirectas señales (demasiado indirectas desde mi punto de vista, pero muy directas para el resto del mundo) que me daban.
Ahora, eso de saber decir no, en serio es una virtud, una virtud que yo no tengo, y que nunca me esforce demasiado en desarrollar, auqnue claro tampoco fue extremadamente necesario.
Mis admiraciones por eso.
Entiendo la perdida que se pegó doña Zorra. Usted es el maestro de la confusión :-)
ResponderBorrarVamos a la esencia del post: Me causa mucha ternura la manera en que se describe a sí mismo muchas veces (claro, esto va más allá de este post). Por un lado atropellador y de genio vivo, por el otro un (ejem) "lenteja" de proporciones.
Tuve un par de situaciones graciosas, similares, de amigos que me dijeron retroactivamente "vos me gustabas, boluda!". Aunque nunca me costó mucho trabajo darme cuenta quién estaba vibrando en sintonía conmigo en un grupete o reunión, alguna que otra vez se me escapó la tortuga también...
Y decirle "no" a determinada persona, es una cualidad que le aplaudo. Seguramente le hizo un favor a esta muchacha. Por mi parte, comparto parte de esa satisfacción al haber sabido decir "no" a tiempo muchas veces... porque la carne ha sido débil, vio. Sobre todo, cuando una sabe cómo torcer el agua para que corra a favor...
Me salió un reply largo, qué bárbaro! ya me voy, ya... ya.
No se crea que del lado femenino las cosas son fáciles. Eso de "esperar", de "seducir", de "decir sin decir" es bastante incómodo también. Hay que arrojar el protocolo! Saludos
ResponderBorrarZorra: Y güe, ya sabe por qué este lugar se llamaba como se llamaba...
ResponderBorrarDW: La gente no cambia, no se engañe.
Vontrier: Así que "mocosa encaradora"? Y que pasó? Le terminaron pegando un encare de aquellos y ahora guarda las formas?
Escriba largo, que nos gusta a todos.
Eleanor: Seeeeh, fasturas, en patas y borrashos por esas cashes del señor...
Ese "What if..." no tiene sentido, uno ya sabe.
Feehitoo: no se lamente, las que pasaron, pasaron por algo. Y si no es como yo en esas cosas, póngase contento...
Cassandra: ya vimos que la palurdez nos juega en contra. Pero si nos dan un minuto para pensarla...
Y también aplaudimos su "larguitud"...
Cuni: si, cuando me tocaban las "esperadoras", estábamos fritos... Y a veces, igual, terminaban encarando...
Permiso... Encontré su post bastante intersante. Además de la sensación maravillosa de un mate perfectamente cebado en una mañana de domingo, el gusto de haber mantenido la integridad la noche anterior se vuelve a saborear como un punto sumado a la autoestima. Hágase valer don Fender pero tampoco vaya a olvidarse usted del verbo disfrutar. Saludos.
ResponderBorrar