14 enero 2007

Remembranzas VIII

Un día me desperté en una cama de hospital. Débil, pero indudablemente vivo. Venía a los tumbos, cayendo como un árbol gigante que lo hace lenta pero inevitablemente después de ser talado.
Ser un árbol grande y fuerte provoca cierta malicia. La tentación de tumbarlo es grande. Se lo puede acusar de que sus raíces profundas y su copa frondosa limitan el crecimiento de los demás pobres arbolitos. Y hay mucha gente que prefiere los bosques uniformes, porque ellos mismos son arbolitos enclenques.
Y están los que se ensañan con lo que creen indestructible. Y no lo es.
Mis leñadores era gente buena y llena de sentimientos. Me regalaron una epifanía.
Hay muchas formas de tener revelaciones. Se las puede tener por discusiones, descubrimientos repentinos, introspecciones, desengaños.
Todo eso en una cama de hospital, después de haberte desangrado en una habitación de un hotel de mala muerte por clavarte un filo en la muñeca, ése fue el regalo.
¿Porqué morirse? En mi caso, porque no sabía como hacer para apagar mi cabeza.
Agotarse de pensar, para un palurdo como yo que tiene que descubrir la pólvora cada vez que la necesita, es la condena de Prometeo.
Aún no sé apagar el cerebro por mí mismo. Pero en algún lugar de este mundo, hay quien tiene esa facultad. Lo sé.

7 comentarios:

  1. Quias el "casi", despues de todo, no haya sido un costo tan alto como parece...

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  2. Lo bueno es que ya sepa quien tiene ese poder mágico de transformar esas cosas que pensó no podían cambiar...

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  3. Un aplauso a su remembranza, como siempre... y bienvenido al club.

    Ya está visto que somos difíciles de arrancar / talar. Seguramente hay un reducto en algún lado para árboles de semejante porte. Al menos eso quiero creer...

    Uia, me agarró inspiración arbolística por su culpa. Nos leemos...

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  4. quién? dónde?

    :)

    pd, muy bonito indeed

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  5. Respetado Fender, ¿está seguro de que necesita apagar su cerebro? Quizás le haga falta apaciguarse un rato, no más.
    Y si necesita apagarlo, ¿usted ya está convencido de no poder hacerlo? ¿Y necesariamente sería un "quien", o podría ser un "qué"*?
    Mis disculpas por la intromisión. Hoy sí estoy sientiendo que me metí donde no sé si debía hacerlo.

    * Por ejemplo, contemplar un atardecer en el campo, absolutamente solo, hasta entrada la noche.

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  6. ¿querés apagar tu cerebro? mirá tv

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  7. Como le había asegurado, Fender, volvió a ocurrir (¡qué fáciles son las profecías cuyo cumplimiento dependen de uno mismo!). Pero esta vez no corrijo el error, sino que me lo señalo para tratar de aprender. Porque en lugar de "sintiendo" escribí "sientiendo", lo que puede leerse como "sí, entiendo". Cataratas de interpretaciones que le ahorraré a usted y a la buena gente que por aquí pasa.
    Esto tiene solución: concretar la tan postergada visita al oculista.
    Mientras tanto, voy preparando el copetín (ya conozco un ingrediente indispensable).

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La única condición es dar la cara. Identificarse es ser buena gente. Anónimos dependen de su viveza y don de gentes.
Perdón el capcha, pero el spam golpea fuerte estos días.