28 septiembre 2006

Hombres de Hierro

El "Viejo" (como le decimos en casa -mote que no se merece, porque era muy joven cuando se lo llevó la Parca-) era un tipo complicado de definir. Sobre todo para mí, que tengo una vida tan distinta a la que él eligió.
El Beto (como le decian sus amigos) tuvo una niñez dura. Hijo menor de un marino, hecho entre las sutilezas del puerto de La Boca, trabajó desde los 9 años: fue limonero, lustrín (Gatica, resentido ex-lustrín, borracho de éxito fácil y de alcohol, una noche le pateó el cajoncito y se lo hizo añicos. Un "amigo del campeón" le dió unos pesos para que se compre otro y le reveló la identidad del bruto como "consuelo"), desarma tutti, electricista, técnico electrónico, taxista, plomero, aprendiz de trompetista, tanguero de ley y uno de los mejores bailarines (lo comprobé muchas veces de chico: en cuanta fiesta u ocasión se bailara tango, la gente hacía rueda para verlos bailar con mi vieja, para mi gran vergüenza infantil).
Defendió a sus compañeros en la dictadura salvaje de los setenta, y se ganó la persecución. Fue parte de la legendaria resistencia de Luz y Fuerza, que enloqueció a la Marina ("responsable" de ese gremio), saboteando las líneas eléctricas de los chupaderos (no servía de mucho, pero al menos esa noche no funcionaba ni la picana ni la parrilla).
Recuerdo hoy patente aquella "noche de revelación", cuando me contó esa faceta secreta de su vida.
Como político vivió y murió casi pobre. Tenia un "pudor decente" rayano en el fanatismo (otro no hay, en realidad), lo que continuamente lo marginó de las repartijas y los prevaricatos.
Se mandó algunas chambonadas, como todo el mundo. La política lo dejó varias veces en la lona, porque para él la política era una cuestión de vida, jugada al cien por cien.
Trabajaba como una bestia de carga durante la semana, con la única esperanza de vernos a todos reunidos el domingo alrededor de una fuente de fideos (placer que como buenos adolescentes, a veces le negábamos).
Era bueno, testarudo, honrado, trabajador y gritón.
Somos tan parecidos y tan distintos...
Hoy, 28 de setiembre, se cumple otro aniversario de su muerte.

2 comentarios:

  1. Alzo mi copa por los que hacen que la diversidad valga la pena. Aún cuando sean, para mí, anónimos.

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  2. Que circunstancias también la de tu viejo, y qué momento nos toca vivir también nos determinan, para un lado o para otro. Está bueno tener presente a estas personas, no todo fue tranza, ni indiferencia. Mientras leia tu relato me recordaba que el otro día, una amiga me dijo algo así como que la memoria la escribimos todo el tiempo. Y creo que eso es lo mejor que podemos hacer.
    saludos.

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La única condición es dar la cara. Identificarse es ser buena gente. Anónimos dependen de su viveza y don de gentes.
Perdón el capcha, pero el spam golpea fuerte estos días.