26 septiembre 2009

Ejercicio de tristeza (con melange metafísica).

Hoy me levanté tan feliz que tuve que sacar afuera la tristeza para no provocar un caos entrópico y que después, yin y yang de por medio, me ocurriera una funesta compensación karmática.
O que un Acusador viera en mí a Job (aunque bastante más desagradecido, indeed) y tentara a Dios con ver qué onda unas desgracias de proporciones bíblicas.
Obviamente, con sólo pensar en las personas que extraño el sol se nubla un poco pero este blog nunca fue una catarsis pública de asuntos privados, así que les mandé, querido público, cinco tipos que extraño un poco como para que entiendan que si lloro es porque estoy feliz.
A los seres reales de carne y hueso que ni siquiera saben de este blog, a quienes no tengo que esforzarme por recordar o extrañar, los creo totalmente capaces de poder vivir mejor sin mí.
Eso, o reviento.

2 comentarios:

  1. Es un ejercicio que hacemos para asomarnos y asumirnos, también. Prefiero mil veces esto a la negación de lo negativo.(otra vez, ¿qué tengo con la cacofonía?)

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La única condición es dar la cara. Identificarse es ser buena gente. Anónimos dependen de su viveza y don de gentes.
Perdón el capcha, pero el spam golpea fuerte estos días.