En algunas películas apocalípticas recientes (Soy Leyenda, Niños del Hombre) se desmiente un poco lo definitivo de todo este mal que le venimos haciendo al mundo. No, no voy a lanzar una diatriba contra el ser humano por contaminar. Para mí primero estamos nosotros, aún sobre los delfines, animalitos de Dios.
Pero todo tiene un límite, y no hablo de un glaciar menos (¿eh, Cristina, qué importa, mientras no sea en el Calafate, ehé?), destruir el ecosistema de un río de llanura como el Uruguay, hacer un agujero de kilómetros cuadrados en el seno de la precordillera o envenenar a miles con un lago artificial con aguas sin tratar. Hablo de parar la máquina del clima, hablo de ahogar a millones de personas que viven en las costas. Hablo de hambre y sed. No me importaría un pingüino menos, les juro, o hasta sacrificaría a todas las ballenas, si fuera ese el punto límite en la depredación del entorno por el hombre. Pero no, no lo es. Y antes de que no definamos cuál es el límite, prefiero que detengamos acá mismo la destrucción.
Decía que en algunas películas se deja ver que el planeta (haciéndose eco de lo que dicen muchos científicos que minimizan el efecto del hombre sobre el ecosistema, o sobrevaloran la capacidad de éste para recuperarse) terminaría reciclando nuestra mierda en algunas décadas. La evolución haría su trabajo nuevamente y, salvo catástrofes ambientales como un meteorito gigante u otra especie destructiva (en un punto, cualquiera demasiado exitosa pero sin cerebro como los dinosaurios o nosotros) la vida encontraría el camino.
¿Todo esto a qué viene, Fender?, dirán ustedes. ¿Te agarró el complejo ambientalista, te hiciste de nuevo de Greenpeace, te pusiste de novio con una ecologista?.
Nada de eso, todo viene a que en xxxxx y xxxxxx, justo enfrente de xxxxxxxx, hay un árbol que tiene, desde hace unos días, el nido de un jilguero que canta, a grito pelado, todas las tardes y sin importarle el tráfico de xxxxxxx y las aceleradas de los colectivos por xxxxxx, que es una maravilla.
Da gusto pasar por ahí cada tarde cuando salgo del trabajo y escucharlo cantar. Uno se transporta al patio de la abuela, a los domingos soleados de la infancia, a los atardeceres en las sierras de mi adolescencia. Claro, más pronto que tarde algún impaciente deja afónica su bocina pidiendo paso y rompe el hechizo. Pero ese pájaro loco sigue cantando, trinando por encima de todo, como si quisiera desmentirlos. Tengo miedo que sea demasiado para él, y un día pase y ya no lo escuche cantar.
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Nota: Siguiendo la última frase (y habiendo buscado links para "jilguero" en Google), me percaté de que a estos pájaros los apresan para encerrarlos y venderlos, así que minga de poner los datos geográficos. Solamente por mail y a los que no tienen estos hábitos les serán dados, si les interesa.
Que lindo cuando un pedacito de naturaleza se cuela en el infierno urbano!
ResponderBorrarYo tenía en agun lugar cerca un pajarito que cantaba a las 5 de la mañana...durante mucho tiempo lo escuché, sobre todo cuando me faltaba poco para tener al menor de mis monitos, y una llegadas esas semanas duerme poco.
Ese pajarito me acompañó el día que el monito nació.
Hace rato que no lo escucho.
Una pena.
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ResponderBorrarEstamos condenados..y para qué hacer algo si por el otro lado del mundo lo andan deshaciendo? Y si todos tuvieran la misma actitud que yo, duraríamos 5 años en lugar de 10..
ResponderBorrarNos hemos dado cuenta demasiado tarde del daño que estamos haciendo. Sólo nos entra el miedo cuando hay muestras de que corremos peligro..Inconscientes!
Y seguro que aunque todo conocieramos a ese pajarillo cantor, dos días más tarde nos habríamos olvidado de que reciclar papel podría ayudar a más animalitos como ese.
Somos tan egoístas y estúpidos :)
En Matrix, el agente Smith le decía a Neo que la humanidad se comportaba como un virus: tomaba un cuerpo y se reproducía hasta destruir el mismo cuerpo donde estaba alojado. Algunas teorías dicen que la tierra es un organismo vivo, y las plagas y enfermedades onda el SIDA son anticuerpos que el planeta usa para defenderse de nosotros.
ResponderBorrarQué se yo, de todas formas, estoy de acuerdo en matar a todos los delfines.
Ayer pasé por ahí y seguía cantando. ¡Vamos nomás!
ResponderBorrarPD: Meméese algo, déle. Ahí, en mi blog, los detalles.
Tarde pero seguro.
ResponderBorrarMONA LOCA: ¿no sería un zorzal?
FENDER: Obviamente, quiero esa dirección. Ud sabe que hay temas que me apasionan, pero por eso mismo escribiría demasiado y ya me da fiaca sólo pensarlo... Buscaré ser breve:
- Somos una especie más en la naturaleza, que sabe que se está mandando cagadas, aunque no sepa cómo evitarlo (o llevarlo a la práctica). Se me hace la imagen del perro que cuando llega el amo está bajo la cama porque alguna se mandó...
- El delfín también prefiere proteger a los suyos que a los nuestros. Aún así, no desvía su inteligencia hacia el diseño de bombas atómicas... Bueno, quiero decir que no está extinguiendo especies; si así ocurriera, alguno de ellos lo notaría y trataría de evitarlo ¡por su misma especie! pues se perdería chances de comer mañana. Otros individuos seguirían como si nada.
- Proteger a otras especies en este momento tiene que ver con nuestro futuro humano: las especies actuales son mucho menos que las extinguidas, y también nosotros debemos desaparecer alguna vez. Para sobrevivir nos valemos de la biodiversidad: sin sauces no habría aspirinas. Pero no por saber lo que conviene se deja de hacer lo contrario (ej: cómo votamos... o el casco motoquero que abunda ahora que hay riesgo de perder la moto y no hace un mes cuando simplemente podían ¡matarse!).
- La vida es una red donde el fin de una especie determina el de otras (o cambios críticos en las mismas) como las carey que desaparecerán cuando su alimento los corales acaben de extinguirse por nuestro accionar. Los baldíos con yuyos nativos se fueron de la ciudad, y ésta tiene menos mariposas. Hace 2 siglos los jilgueros acá abundaban como hoy los gorriones. Los bichos de luz dejaron de atender sus señales para procrear en las ciudades iluminadas. Las ranas que se comían los mosquitos van desapareciendo afectadas por las fumigaciones... buéh, ya escribí mucho.
Conclusión: La ecología (salvo para algunos periodistas) no es una sociedad protectora de animales, sino una herramienta científica para continuar la humanidad. Y también con la belleza que le rodea, pues también hace a su salud. Ecología es que los ríos no se jodan para que podamos seguir bebiéndolos. Los protectores de animales en cambio impiden matar perros cimarrones porque pobishitos, y así logran que éstos extingan a los venados de las pampas... Y bien ecológico que sería acabar con los conejos y castores que invadieron por culpa del capitalismo la Tierra del Fuego, para recomponer el equilibrio natural. Ecología es que no desmonten laderas para hacer barrios pobres a los cuales barrerá el aluvión de lodo consecuente de la tala, sino que las dirigencias gobiernen para la gente. En fin: ¿no dije que si empiezo no paro?
Un abrazo
Fender, cosa e, mandinga. Tu comentario "criaturita e' dios" es excatamente lo que le dice rispo a la sobrina en esa historieta, por favor pasame un mail asi te lo mando.
ResponderBorrarMona Loca: yo viví durante años en un lugar lleno de pajaritos. Recuerdo que uno terminaba pidiendo por favor que los apagaran, sobre todo si había trasnochado la noche anterior. Te daba ganas de volverte asesino de pitojuanes. Pero es como todo, la exageración es grotesca y nunca es buena. Lo dice un exagerado.
ResponderBorrarCristicienta: usted es demasiado optimista. Demasiado mal estamos y la gente hace de cuenta que no.
¿Qué hace un pajarito menos? ¿Me vas a decir que es mejor un yuyal como la reserva ecológica de Costanera Sur a un parquizado concesionado, con un par de boliches re top en las costas?
Es difícil que el ser humano valore el daño. Para una muestra, EEUU vs. Kyoto.
Checly: si, eso de Gaia siempre me parece un concepto fascinante para especular, pero no me sentaría a ver si funciona.
Cass: hoy me fijo.
Unser: En general estoy de acuerdo, salvo con la traza de positivismo (lo mismo que le dije a Checly, pero aplicado a otra especie) en su apreciación sobre "la conciencia ecológica" de los delfines.
La pulsión vital define a la vida. Si la primera cadena de aminoácidos (o lo que fuera) no hubiese sido capaz de reproducirse, la vida nunca hubiese existido. Virus, bacterias, ratas, cucarachas y otros (otros tantos como todos) comparten la pulsión vital como denominador común. No creo que los delfines queden afuera de esta pulsión básica, como tampoco -probado está- los seres humanos. Presumirles el uso coherente de los recursos (siendo que no son territoriales) es lógico, sin un fin superior conservacionista. Y si bien qué piensa un delfín está totalmente fuera de mi alcance, sí sé que le caben las generales de la ley:
El verdadero triunfo de la conciencia ecológica es la supremacía de la inteligencia sobre el instinto de reproducirse. Usted y yo hemos fallado en ello, y de ahí podemos colegir que no es fácil. Por más que hagamos un uso serio y planificado de los recursos de este planeta, conservándolos, a la larga o a la corta estaremos por encima de sus posibilidades (y de las nuestras).
Esto es comprobable en las civilizaciones pre conquista en Indonesia: las únicas sociedades que no se habían vuelto caníbales fueron las que generaron un balance con el medio ambiente. Recordar que vivían en islas de limitados recursos, las que eran, igualmente explotadas al máximo. Los tahitianos, por ejemplo, tenían el concepto de tabú sobre muchas costumbres anti ecológicas que produjeron tanta impresión en los europeos como el canibalismo de las islas Fidji: las familias numerosas sufrían el rechazo social y religioso de los demás, lo que se evitaba matando a los recién nacidos por cualquier causa (selección de género, deformidades o mero achicamiento numérico). Sólo sobrevivían los designados para tal efecto. Oponerse a la "criba" era sumar un nuevo vástago cada año y caer en desgracia.
Las nacientes de los ríos eran sagradas y estaba vedado siquiera poner el pie allí.
Alguien quiso ver en el envaramiento de ballenas una especie de "suicidio cribal", pero creo que está descartado.
(Usted me provoca, y voy y le contesto más largo, ya ve lo que hace).
Parés: No somos dignos! No somos dignos!
No veo diferencia entre tu respuesta y mi pensamiento. También los yamanas hacían sus canoas con la corteza del árbol para no matarlo, y en la escasez del invierno cuando los más ancianos no podían seguir el tren eran enterrados así nomás. No es casualidad que sean sistemas no-capitalistas, pues justamente el capitalismo es quien genera los desastres actuales, cuya magnitud supera a las regulaciones naturales históricas de poblaciones locales.
ResponderBorrarNo quise decir que los delfines se parezcan a nosotros o tengan "conciencia de clase", sino más bien que nosotros nos parecemos a ellos como animales: eso incluye que hayan individuos diferentes, que unos cuiden algo y otros no, que unos se esfuercen y otros roben, etc. (decía que alguno deja para mañana y otro no, incluso entre delfines). Estudiando Comportamiento animal, se ve primar más el individualismo que la conciencia "de especie". Hasta no hace mucho se creía en esto último que creísme leerme -incluyo a Vitüs Droscher - pero los últimos avances en la materia demuestran que no hay un comportamiento tan compacto (incluso se explica en lo de las abejas que mueren por la colmena, pero es largo) sino de beneficio propio (y la manada nos ayuda). Y nosotros somos fauna... pero no quiero meterme en ese terreno porque entrarían morales, credos, filántropos ofendidos, y demás elementos culturales.
El domingo veía gente en el río contaminado. A la orilla, comían y cagaban, tirando los residuos ahí. Luego se metían al agua, y un día sufrirán las consecuencias. Con educación y actitud sobrevirían mejor, lo cual es el objetivo (la reproducción de ejemplares saludables es nuestra única garantía de vida eterna, por eso gustan los que se ven lindos). Esto me recuerda el aconsejable libro "El gen egoísta".
Pero volviendo a aterrizar: la vida perdurará y se equilibrará (hasta la crisis posterior) pero nadie asegura que nuestra pretenciosa especie perdure (por ahí son cucarachas, etc, como la era de los trilobites), y si quedáramos -creencia positivista- ¿a qué costo sería? Los dinosaurios se fueron, pero hasta que volvió a haber la suficiente biodiversidad pasaron centenares de miles de años. Las extinción masiva que estamos pariendo no tiene arreglo; habría que esperar millones de años. Tal vez estás oyendo al último jilguero urbano, y ¿no es acaso más linda (saludable) nuestra vida con él?
Fen, siempre es un gusto hablar con vos, aunque en vivo se nos complique siempre. (Estas charlas en vez de dar para dolor de garganta dan para artrosis). Gracias por el mail. Abrazo.