¡Qué ganas tengo de ir a apagar personalmente esa maldita antorcha cuando venga a Buenos Aires, no sólo por el Dalai, sino por el Tibet, por la plaza de Tian'anmen y tantas otras cosas!
Pero no quiero cometer los mismos errores que le achaco a Greenpeace: antes de mover un dedo por los chinos, tendría que mover -aunque sea- las manos por las muchas cosas que ocurren acá mismo; así que ante tamaña cantidad de trabajo mejor me quedo donde estoy y protesto indignado como cualquier otro porteño bien pensante e intencionado.
Una vela... dos velas... tres velas...
ResponderBorrar(aunque suene a canción del Pity pienso en aquellas que encendían mis abuelos por cada intención en la familia, y enumero todas las que tendría que prender hoy, nada más que en intenciones personales... no hablemos de lo macro... parece que es mala palabra)
Vamos y les piyamos la llamita.
ResponderBorrarEa!
(pero tomamos más pisco primero)