18 marzo 2008

Cuando la pérdida es irreparable

Murió hoy Arthur C. Clarke uno de los cerebros más importantes del siglo XX, uno de los pocos seres capaces de trascender más allá del personaje. Vivió bien, tuvo una vida feliz y llena de éxitos.
No voy a hacer una larga semblanza del hombre, pero sí voy a decir que el mundo no podrá, quizá, reemplazarlo muy facilmente.
Sri Lanka era su patria de adopción desde los sesentas, cuando descubrió el submarinismo. Fue vilipendiado gratuitamente por ello, pero sin embargo salió íntegro de la injusta acusación de pederastía que le hizo un estúpido periodista desde un diario amarillista inglés.
Fue uno de los "tres grandes" de la época de oro de la ciencia ficción, con Robert Heinlein e Isaac Asimov.


2 comentarios:

  1. A riesgo de parecerme a la doctora Mastronardi, en el último año me da la impresión de que existe alguna fuerza maligna empeñada en que se desaparezca gente que me hacía más grata la estancia en este mundo.

    Una pérdida irreparable. Tal cual.

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  2. Minuto de silencio...

    un grande Clarke

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La única condición es dar la cara. Identificarse es ser buena gente. Anónimos dependen de su viveza y don de gentes.
Perdón el capcha, pero el spam golpea fuerte estos días.