23 marzo 2006

La turbía desazón de un alma a media asta...

Y si, todavía no me recupero del todo. Estoy como Pinochet después de la dictadura: no sé si torturar en casa o irme de viaje y torturar turistas o hacerme nombrar senador vitalicio y torturar otros senadores. No digo que este taaaan mal. Pero es una sensación extraña y difícil de describir con dos palabras. Estoy como a quien le prometieron una orgía despedida con Angelina Jolie, Mónica Belluci y estas mujeres, pero se quedó dormido hasta la mañana, después del primero. O como cuando vas a esas fiestas alucinantes en las que después no pasa nada...
¿Decepción? Si, bastante. ¿Angustia? Un poco. ¿Dolor? No, no es para tanto. ¿Bronca? Si, muuuchaaaa. ¿Contra quien? Ahhh, con varios, entre ellos, yo mismo.
¿De que hablo? Me separe hace unos meses, de golpe y sin aviso. Era cantado, pero estaba distraido, para variar.
Hace un tiempo definí la sana rutina que iba a llevar la relacion adelante, y puse piloto automático. Parece que en el camino cambiamos el norte, y no me dí cuenta. Y hasta acá nomás cuento, che.
Pero, pse, ya fue.

1 comentario:

La única condición es dar la cara. Identificarse es ser buena gente. Anónimos dependen de su viveza y don de gentes.
Perdón el capcha, pero el spam golpea fuerte estos días.